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La necesidad de los hombres en la lucha contra la misoginia I Nínive A. Buznego. Abogada y Filósofa



Por NÍNIVE ALONSO BUZNEGO. ABOGADA Y FILÓSOFA

Artículo publicado en los diarios EL COMERCIO ( lunes 10/octubre/2022) y La Voz de Avilés


Las mujeres no podemos luchar contra la misoginia, contra esos hombres que nos odian y nos matan si no es con la ayuda de esos hombres que nos aman y nos defienden, sobre todo con aquellos lobbies o grupos de presión y poder esencialmente masculinos que tienen la fuerza suficiente para robarle el aliento al mundo, aunque sea durante unos minutos.


El gesto de la selección de fútbol iraní tapando los símbolos de su país con una chaqueta negra antes de un partido en señal de apoyo a las manifestaciones de mujeres en Irán es, sin duda, uno de esos gestos que nos enseñan de modo claro que esta lucha contra la misoginia y por ende contra los feminicidios no puede ser más que en equipo con una vertiente masculina que nos comprende y que entiende nuestra situación de vulnerabilidad en determinadas situaciones.


Efectivamente hay una rama del feminismo que cree que no tenemos que ser defendidas por nadie, que nosotras nos valemos solas, que somos autosuficientes, sin embargo yo no estoy de acuerdo con esta vertiente, en tanto que todo grupo necesita a otro grupo para sobrevivir, máxime cuando se encuentra en situación de desigualdad, por fuerza, por falta de poder o economía.


La clave es entender la interdependencia no como igualdad, sino como una zona de equidad entre las desigualdades que le son propias a cada uno o a cada grupo y su cualidad de pertenencia.


No creo que los hombres y las mujeres seamos iguales ahora, ni creo que debamos ser iguales tampoco en el futuro, al igual que se apoya la diversidad en las diferencias físicas, adaptativas, sensitivas o afectivo-sexuales, los hombres y mujeres podemos ser fuerzas, grupos, conjuntos diversos donde la clave sea la ayuda y la comprensión mutua, así como la compenetración y el equilibrio de fuerzas.


Las mujeres necesitamos a los hombres, a esa parte de los varones que aún manteniendo ciertos criterios clásicos, sin embargo jamás le harían daño a ninguna mujer, ni la menospreciarían, sino todo lo contrario la tratarían con caballerosidad, protección y defensa, así como admiración en determinadas facetas personales y/o profesionales.


Sin embargo ciertos discursos demasiado agresivos de determinadas facciones feministas han hecho que el hombre de a pie, nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros hijos, se sientan prejuzgados y tildados, por defecto, como culpables por el mero hecho de ser varones.


Esto que digo, máxime dicho por una mujer como yo, es políticamente incorrecto pero está más cerca de la realidad que aquello que dicen los que en su discurso va su negocio. El hecho es que gran parte de los hombres sienten que sobran en esta nueva realidad.

Pero si un grupo ha sido dominante desde tiempo inmemorial, y nos vamos a las normas de la etología y la antropología, no se le puede arrebatar el cetro de golpe y desplazarlo del dominio sin ambages, haciendo que pase del “ordeno y mando” al “no pintas nada”, primero porque no es lo correcto a nivel ético y luego porque es del todo contraproducente para quien agarra el cetro “de nuevas”: los episodios de violencia contra el nuevo dominio son mayores y con más rabia y odio, como vemos en la prensa, y la agresividad aumenta por el sentimiento de pérdida y fracaso.


Por tanto, en el entendimiento de los hombres con las mujeres, y de las reivindicaciones de los derechos en este caso de “nosotras”, la diplomacia, la unión de fuerzas y la interdependencia es fundamental.


Los hombres son necesarios como lo somos las mujeres.


Nínive Alonso Buznego


 
 
 

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