Ciclistas y “cicleteros” I Nínive Alonso Buznego. Abogada y Filósofa
- Nínive Alonso
- 18 may 2023
- 3 Min. de lectura
Por NÍNIVE ALONSO BUZNEGO. ABOGADA Y FILÓSOFA
Artículo publicado para los diarios EL COMERCIO, EL COMERCIO Digital y La Voz De Avilés (lunes 6/marzo/2023)

Estábamos varios peatones esperando para poder cruzar la calle, el tráfico fluía a buena velocidad en una vía de tres carriles y cuando el semáforo se puso en verde para nosotros dimos el primer paso de la acera a la calzada y en ese mismo momento una mujer en bicicleta nos envistió a una señora mayor y a mí, yo inmediatamente le advertí con un tono bastante amigable: oye, ¿respetamos las normas o cómo va esto?, a lo que la señora que iba en bicicleta pasando en rojo para ella y arrasando el paso de peatones me contestó mandándome a tomar por el … ”donde la espalda pierde su nombre”, lo que me apetecía hacer en ese momento no es menester ni decoroso explicarlo aquí y ahora y lo dejo a la imaginación del lector que siempre es ducho en estas artes.
Este episodio con uno de los “cicleteros” no es algo aislado, por eso veo necesario explicar porque los llamo así y los diferencio de los ciclistas.
Los ciclistas son profesionales de la bicicleta, son hombres y mujeres que van pertrechados correctamente para que se les identifique en carretera, que hacen las señas oportunas para saber si giran o van decelerando, también para indicarte si puedes adelantarlos en un lugar donde ellos tienen una mayor visibilidad que tu y sobre todo tienen un oído entrenado para en caso de escuchar un camión detrás, etc., adecuar su forma de proceder a las necesidades de la carretera.
Luego existe una figura intermedia que es esa persona que utiliza la bicicleta de forma responsable, sin ser profesionales ni deportistas de la misma, y que de manera ecológica y económica se mueven por ciudad en bicicleta y respetan las normas viales básicas: utilizar el carril bici cuando lo haya, ir por la calzada respetando los semáforos, pararse en rojo, reanudar la marcha en verde, señalizar el intermitente con la mano, y llevar luz al obscurecer.
Y finalmente, y tristemente, hay una gran mayoría de “cicleteros” es decir, esos señores que portando bicicleta a modo de vehículo, hacen con las normas de tráfico absolutamente lo que les viene en la gana, sin ningún tipo de cortapisas y con la sensación, y la realidad práctica también, de una inmunidad absoluta en sus infracciones, así como la disposición de un peligro constante para los peatones y los demás usuarios de la vía.
Algo recurrente de estos individuos es lo siguiente: ir por la calzada mientras los semáforos están en verde y cuando se pone en rojo subir a la acera cruzar a la perpendicular que está en verde y seguir, o directamente cruzar en rojo el semáforo mientras todos los demás aguardamos nuestro turno.
Esto, además de suponer un peligro para coches y viandantes, produce una sensación de desigualdad terrible y resquebraja los dos puntos centrales del civismo y de la educación vial: el primero y fundamental es que todos realizamos un acuerdo tácito donde lo común prima sobre lo individual y por ello cumplimos las normas, no porque nos apetezca (porque quizá yo también querría pasar ese semáforo en rojo) sino porque hacerlo es mejor para todos, es beneficioso para nuestra sociedad.
Y segundo y punto clave en este tema, es que si no cumplimos motu proprio y “nos pillan” recibimos las sanciones aparejadas además de unas responsabilidades asociadas, en su caso, cosa que no reciben las bicicletas, salvo muy muy raras excepciones, por eso hacen lo que quieren cuando quieren y como quieren.
Y para más guasa te dicen que ¡ellos salvan el planeta y tu contaminas!
Nínive Alonso Buznego
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