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Teletrabajo, el orgasmo del capitalismo esclavizante | Nínive Alonso, Filósofa y Abogada

Actualizado: 22 jul 2021

NÍNIVE ALONSO. ABOGADA, FILÓSOFA Y TERAPEUTA ESPAÑOLA


Artículo publicado en el diario EL COMERCIO y LA VOZ DE AVILÉS, 16/07/2020



No creo como el filósofo Slavoj Žižek que la pandemia suponga el gran golpe al capitalismo sino todo lo contrario; pasará por una fuerte crisis y será un punto de inflexión pero el capitalismo está, justamente, compuesto metafísicamente de sucesivas crisis, de modo que se verá reforzado pasado el tiempo y utilizará todas las herramientas posibles para seguir siendo la apisonadora de lo humano que es.


Me explico, esta situación crítica económica actuará como un rearme de las grandes multinacionales que barrerán toda pequeña y mediana empresa y aprovecharán para monopolizar, aún más, los negocios, planteando una oferta aparentemente perfecta y plural para el consumidor.


En lo tocante al empleado se pondrá los galones por haberlo premiado a través del teletrabajo: les hará creer que ahora son más libres, que deciden sus horarios de empleo, que tienen más tiempo de ocio y disponen de un mayor bienestar y seguridad personal anticontagio.


Amarán la idea del teletrabajo hasta convertirse a sí mismos en cosas y desnaturalizarse.


Ese trampantojo de que tú decidas dónde, cuándo y cómo trabajar es el mayor placer que pueda recibir un sistema que prefiere los números a las personas y la gente mediocrizada, dócil y esclavizada a sus propias y falsas necesidades consumistas.


El capitalismo actúa conceptualmente igual que un órgano dentro de una macroestructura, como una unidad funcional que tiene unos objetivos concretos y que necesita nutrirse debidamente para conseguirlos y que ello repercuta en la vida de esa estructura a la que pertenece.


Imagine la vida general socio económica en la que este órgano capitalista ávido de hacer cada día mejor su trabajo, está obsesionado en convertir todo lo encuentra a su paso en recursos, es decir, en boletos de vida y mejora de la propia estructura, ¡en dinero!


¿Cuál sería, entonces, la mayor excitación de ese órgano, es decir su orgasmo, su eretismo?


Sería que, además, de convertir las cosas en recursos, pudiese convertir a las personas en cosas para explotarlas al máximo.


Esa es la idea que existe detrás de la aparente panacea del teletrabajo, la paulatina cosificación humana.


El teletrabajo acabará por desnaturalizar a las personas para que el órgano auto-télico capitalista sea capaz de transformarlo todo (materias, naturaleza, animales y personas) en dinero y en sus diversas presencias (activos, intereses, acciones) en definitiva, finanzas.


La publicidad y la retórica falsa serán herramientas perfectas para tratar de engañarnos con un mismo modus operandi: “usted decidirá su horario, tendrá más tiempo libre, decidirá desde donde trabajar y podrá dedicarse a su familia y hobbies ”. Sin embargo lo que existe detrás resulta claro si uno se pone las gafas filosóficas:


1) La interconexión entre empleados estará reducida al mínimo puesto que no se verán todos los días o casi nunca y eso dificultará la revisión de la justicia laboral y de las dignas protestas por sus condiciones de trabajo, por lo que el “divide y vencerás” será la primera baza empresarial.


2) El trabajo se volverá mecánico a falta de liderazgo personal y del clima laboral propio de la unión y el equipo.


Esto se convertirá en desmotivante, eliminará las ganas de superarse y entristecerá a los empleados, rebajándoles la energía, que deberán dedicar en su totalidad al trabajo debido a las necesidades económicas.


Desgastados serán fácilmente presionables. ¡Segunda baza empresarial!


3) Se abrirá, aún más, el hueco para la sustitución de las personas por robots debido a la eliminación del factor humano con presencia física en el lugar de trabajo. ¡Tercera baza empresarial!


Estaremos cavando nuestra propia tumba, con una sonrisa estúpida en nuestra cara mientras el capitalismo se excita viéndonos morir.


R.I.P. □




Nínive Alonso Buznego



 
 
 

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