Tormentas con nombre de mujer y otros machismos | Nínive Alonso, Filósofa.
- Nínive Alonso
- 16 feb 2021
- 3 Min. de lectura
NÍNIVE ALONSO BUZNEGO. ABOGADA, FILÓSOFA Y TERAPEUTA ESPAÑOLA.
Artículo publicado en el diario EL COMERCIO ( 28 /enero /2021)
La historia de nombrar estas amenazas naturales en términos femeninos fuese algo absolutamente integrado en el sexismo cientificista del siglo pasado
Filomena es un ejemplo más de todos los temporales, huracanes, ciclones y tornados que llevan nombre de mujer, y que además podría pasar como consecuencia de un bautizo aleatorio si no fuese porque la historia de nombrar estas amenazas naturales en términos femeninos fuese algo absolutamente integrado en el sexismo cientificista del siglo pasado.
Si en el siglo XIX, los nombres de los huracanes, por ejemplo, eran determinados por el santo correspondiente al día de comienzo y por tanto masculino o femenino según coincidiese, años después comenzará una moda y norma que tardará poco en consolidarse: el bautismo casi en exclusiva de las tormentas tropicales con nombres de mujer.
El artífice de nombrar a los ciclones con nombres de persona y en especial de mujer fue el meteorólogo británico Clement L. Wragge.
Esta forma de nombrar a los ciclones acabará convirtiéndose en práctica sexista oficial por los meteorólogos norteamericanos de la Segunda Guerra Mundial.
La cosa no quedó ahí, la feminista Roxcy Bolton, seguramente sintió lo que yo ahora cuando escucho “Filomena ha causado tales desastres” o “Filomena ha provocado la muerte de personas”, es decir, que se relaciona e integra lo femenino con el desastre, y eso conlleva un peligro lingüístico, y por ello realizó campañas para eliminar esa práctica habitual y consiguió que desde 1979 en EEUU se combinasen los nombres masculinos con los femeninos. ¡Yo quiero ir más allá!
Deberíamos utilizar solo nombres masculinos para contrarrestar la histórica asunción de la maldad a lo femenino.
Actualmente, en la web del National Hurricane Center, podemos ver los nombres que se utilizarán hasta el año 2025 de modo alfabético y combinado de sexos y la AEMET española sigue esa forma de asignación y tiene preparados los nombres de las borrascas que puedan venir hasta final de año.
Aún así, estudios científicos y sociológicos determinan por vías dudosas que los tifones y huracanes con nombres de mujer producen mayores desastres, Jeanne, Katrina, María, Sandy o Erika, de modo que la cuestión es decisiva: si tenemos que equilibrar el sexismo machista de los últimos miles de años tendremos entonces, que ser equitativos y no igualitarios y si la equidad es la proporción de ayuda que cada caso necesita para adquirir un primer nivel de justicia, deberíamos exonerar a los nombres de mujer de la carga de dar nombre, valga la redundancia, a desastres naturales de este tipo, y utilizar solo nombres masculinos para contrarrestar la histórica asunción de la maldad a lo femenino.
Y si a los varones, esto, les parece francamente mal, entonces que se pongan los nombres de algo aséptico y ultra-científico como son los elementos de la tabla periódica, por ejemplo.
¡Ah! ¿Qué de los 118 elementos del corazón de la química todos los nombres son en masculino y sólo uno femenino: “la plata”? vaya, que casualidad ¿no? Alguien podría argüir que algunos de esos elementos, aunque en formulación masculina, derivan de nombres de mujeres. ¡Sí!, stricto sensu dos -y uno a medias- : “el curio”, por la científica polaca Marie Curie y su marido francés Pierre, y “el meitnerio” por la científica austriaca Lise Meitner. ¡Sólo dos de ciento dieciocho!
El dominio sexista, como todos los dominios son siempre y antes de todo un dominio por el lenguaje, y es por ello que suelen ser estas sutilezas las muestras de los grandes fracasos de igualdad, quizá porque ciertas facciones feministas pugnan desde la victimización.
Pero a mi modo de entender no se combate desde la victimización nada en absoluto, de modo que mi proposición en cuanto a los nombres de temporales y sus hermanos mayores está clara: tengo en bolsa los ciento dieciséis elementos con nombre masculino de la tabla periódica.
Y si eso relaciona la masculinidad al próximo desastre mundial ¡mala suerte!
Nínive A.B. □
Nínive
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